Todos a bordo

Fuimos invitados al viaje de esta vida que aceptamos transitar.


Un recorrido que al ser por algunos años, como es fácil suponer, traería consigo como ineludibles condiciones,  incertidumbres, vacilaciones, inseguridades, momentos de calma, de reposo, de sosiego, relámpagos de zozobra, subidas, bajadas, remontadas y caídas, jornadas de mucha algarabía matizadas con tristezas, senderos en el que las emociones primitivas o sutiles serían puestas a prueba con altísimos niveles de exigencia;  todo con la esperanza que al final del recorrido podríamos ser muy bien recibidos por corazones que viajaron antes que nosotros.
En este viaje necesitaremos hacer varios transbordos con la alternativa, además, de demorarnos varados en alguna terminal.


Cada vez que un tren pase nos invitará a subir, con la particularidad que nunca sabremos con certeza cuándo pasará el próximo, ni tampoco cuál será nuestra última estación.
Diseñados para vivir en sociedad y delineados para tener que tomar decisiones individuales permanentemente, porque serán nuestras notas características constantemente, viviremos los resultados por la acción o por la omisión, siempre como cosecha inevitable.


Amaneceres que invitarán al trabajo redentor, diariamente, impulsándonos a vencer la inercia que atrofia los músculos y entorpece los sentimientos a riesgo de insensibilizarlos. Inercia que se constituye en un verdadero enemigo, peligroso, muy silencioso y muy íntimo, con un inmenso potencial devastador y vandálico de efectos directos y colaterales, y también de recolección obligada. 
Diferentes guías, como balsámicos modelos, intercederán sutiles y amorosos, acercando pautas y alternativas que quebrantarán muchas veces a la comodidad bien disimulada.
Por cierto, también,  fuimos muy advertidos antes de iniciar el viaje, que podríamos ser enfermeros o enfermos en una bifurcación constante e invariable de salud y enfermedad.


Salud para ayudar y enfermedad también para ayudar.

Ayudar se establecerá como el verbo salvador. Un verdadero subsidio que solamente podrá pretenderse para sí, válida y moralmente, con la conquista de ese puntual, simple y preciso verbo. 
Ayudar, se constituirá en la clave del verdadero bienestar, todo lo demás, serán ilusiones pasajeras.

Y como ayudar es la clave, la CARIDAD se esgrime como el recurso por excelencia, inagotable, al alcance de todos y esperando siempre ser integrado a la propia intimidad como una sana costumbre, posiblemente la más pura y excelsa de las costumbres, el más saludable y nutritivo de los hábitos, al alcance de cualquier corazón que decida abrirle la puerta. 

Ninguna circunstancia, ninguna, nos alejará de esa terapia, medicamentosa y curativa en esencia.

La estación actual a todos nos exige cuidados, prudencia, prevención. Pero nada nos impedirá hacer gala de esa virtud, conquistada o a conquistar, la de AYUDAR, porque todos estamos a bordo en el mismo viaje de la vida, a la que debemos honrar, sea como sea, haciendo frente juntos a cualquier tempestad…  

Raúl Kasiztky

Sociedad Espírita “Te perdono”.

Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”