Regalo a Dios

Cuando la alegría e inclusive la vida de millones depende de la ambición de unos pocos, resulta un desafío individual y también colectivo sumamente trascendente encontrar motivos de felicidad.

En tal sentido encontrar las oportunidades propicias podrá ser parte de ese desafío. Son esas oportunidades que perdemos y con el paso del tiempo, al lograr dimensionarlas, nos lamentamos haberlas perdido.

Sucederá innumerables veces que de acuerdo a la posición que nos encontremos, nos toque atravesar la oportunidad de hacer el bien o la oportunidad de soportar el mal de otros. Serán sensaciones diferentes, más en ambos casos de suma eficacia para el propio progreso.

Las oportunidades perdidas habitualmente toman real dimensión con el paso del tiempo, cuando advertimos todo aquello que pudiendo hacer no hicimos, y es por esto que el presente en el que vivimos se torna culminante, porque cuando el hoy sea un recuerdo, ahí entonces nos estaremos dando cuenta si esa circunstancia llamada oportunidad, la supimos aprovechar o las dejamos pasar.

La rueda de la vida gira siempre, y siempre ha sido así, nunca ha dejado de girar, todo lo que damos vuelve, recogiendo inevitable lo sembrado, demostrando Dios de esta forma, la manera de la más perfecta justicia, que, envuelta en esa benevolencia Divina, suaviza alguna que otra cosecha atormentada por ingenuas desatenciones.

El bien siempre ha sido el bien y el mal siempre ha sido el mal.

Aprender a ubicarnos en cada terreno es un acto de inteligencia, que si no la perturbamos nos ayudará a tomar las mejores decisiones.

El extraordinario mentor André Luis, incomparablemente nos dice que “El bien, será, por tanto, nuestra decidida cooperación con la Ley, a favor de todos, aunque ello nos cueste la renuncia más completa, ya que no ignoramos que, ayudando a la Ley del Señor y actuando de conformidad con ella, seremos por ella ayudados y sostenidos en el campo de los valores imperecederos. El mal, será siempre representado por aquella triste evocación del bien únicamente para nosotros mismos, expresándose a través del egoísmo y de la vanidad, en la insensatez y en el orgullo que señalan nuestra permanencia en las líneas inferiores del espíritu.

En Jesucristo hallamos el paradigma del eterno bien sobre la Tierra”, por esta razón, aunque la tormenta empuje violenta haciendo mucho ruido, el amor y el consuelo seguirán estando siempre al alcance de nuestras manos.

La vida es un regalo que Dios nos hace. El modo en que la vivimos es nuestro regalo a Dios.

Raúl Kasiztky

Sociedad Espírita “Te perdono”

Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”