20 años… Crecer y agradecer.

Si hemos conocido un niño de pequeño y luego de 20 años volvemos a verlo, posiblemente solo sepamos de quién se trata porque conocemos su nombre y difícilmente podamos hacerlo por su fisonomía.

Con el paso del tiempo las instituciones también se modifican, aunque no todas siempre crecen.

El Centro Educativo Integral “Camino a la Casita” acaba de cumplir 20 años de una vida repleta de cambios, debiendo navegar muchas veces por aguas de variadas características, descansar por momentos en playas que parecían seguras, pero que el transcurrir de los tiempos y las jornadas daban señales claras que había que volver al mar representado por otro tipo de inseguridades y fluctuaciones.

Dios de tanto en tanto nos señalaba: debes templar tu alma para fortalecer la familia y la manera que tengo para que puedas hacerlo es ofrecerte dificultades, que al ser vencidas te darán la idiosincrasia, el temperamento y la personalidad necesarios para crecer y poder servir genuinamente, no con la limosna que puede lastimar el alma y sí ofreciendo legítimas oportunidades de progreso íntimo y cabal, educación espírita amorosa mediante.

Sabíamos que se trataba de alimentar el cuerpo y de amar y educar el alma.

Navegábamos y pequeños botes como barcas improvisadas nos iban acercando tripulantes de todas las edades, aunque al principio eran mayoritariamente jóvenes idealistas que no evadían de ningún modo el dolor ajeno, entregando manos y corazón, o corazón y manos de acuerdo a las circunstancias.

A poco de comenzar el recorrido nos dimos cuenta que las dos tormentas más difíciles de sortear eran el analfabetismo y la indiferencia, aprendiendo que ambos males se vencen con el tiempo, la decisión y el buen ánimo.

Dar todos y cada uno lo mejor de sí era el otro gran desafío y seguir dándolo, aunque los resultados no fueran los esperados, aumentaba el reto.

El materialismo es impiadoso, no perdona y no brinda segundas oportunidades, tampoco primeras, ofrecer algún rescate cuando desata sus tormentas exige la más absoluta convicción de que solo seremos salvos con la caridad cristiana. Seremos y estaremos a salvo.

20 años después de aquel 28 de noviembre de 2000, en el que un reducido grupo de hermanos humanos, cuatro adultos y ocho niños, compartíamos tortas, facturas, leche chocolatada y sueños, nos obliga a penetrar la mirada en los Cielos para agradecer, porque empezar fue importante, pero poder continuar adquiere la misma relevancia. Ambos planos de la vida impulsan este navío de fe y esperanza, porque los remos no se mueven solos y las velas si no son bien orientadas pueden llevar al colapso o al naufragio.

20 años después grandes capitanes de hoy, hechos a fuerza de amor y conquistas, disimulan su cargo y vuelven a ser marineros del servicio si el hambre, el dolor, el analfabetismo o la indiferencia quieren volver a lastimar el alma del débil. Hoy como ayer salen al ruedo para defender al que sufre con todo lo que se puede, ofreciendo el corazón espírita cristiano, para representar de la mejor manera posible a Jesús y a Kardec, haciendo del compromiso con el ideal una forma de vida, amando la casa y amando la causa, encontrando con los recursos disponibles la manera de continuar la gran lucha, confiando en que vencer el analfabetismo y la indiferencia son conquistas diarias y posibles, para lo que solo se necesita amar y persistir.

El SAPSE, Servicio de Asistencia y Promoción Social Espírita, es infinitamente más que una sigla, inclusive es más que la infinita cantidad de oportunidades que brinda, es la grandiosa antesala al maravilloso mundo del servicio, en donde todos, sin distinción de clase o credo, idioma o edad, podrán encontrar en la sonrisa del agradecido, el más profundo sentido de la vida.  

Raúl Kasiztky

Sociedad Espírita “Te perdono”

Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”