«El Sembrador»

Héctor Porta, querido amigo y reconocido escritor, nos hizo llegar una nota referente a Juan Antonio Durante, que gustosamente compartimos. Héctor la ha titulado: «El sembrador».

 

Me dijiste conmovido cierta noche, cuando la enfermedad se había adueñado de tu cuerpo:

 «He sido un privilegiado ante la vida, pero espero me permitas Señor cumplir mi sueño, poder despedirme de tantos amigos que entregaron a lo largo de tantos años su hospitalidad, su amistad y sus afectos».

 Y por última vez emprendiste hacia Europa, América del Norte, Central y Sur tu largo vuelo.

 Y fuiste otra vez el sembrador llevando el mensaje doctrinario y evangélico.

 De cada viaje traías tu alegría, y tu cansancio acentuado en tu paso lento, pero sentías el deber de agradecer y despedirte, y seguir trabajando hasta el último instante de tu vida en ese puesto.

 Hasta que un día tu salud te anunciaba el final y llevaste con hidalguía y aceptación tu sufrimiento.

 ¡Gracias querido Juan Antonio por trasmitirme tu amistad y tu nobleza!

 Por amar y difundir nuestra doctrina en más de doscientas ciudades en la tierra.

 Por brindarte a través del trabajo mediúmnico posibilitando del mundo espiritual su tarea.

Por honrar tu casa espírita en todos los lugares del planeta.

Por trabajar en silencio efectuando las traducciones del portugués a nuestra lengua.

 Por permitirnos disfrutar de dos libros y el material sin editar psicografiados por Don Cosme Mariño y otros hermanos que utilizaron a ti como herramienta.

 Gracias por abrir por más de cuarenta años las puertas de tu hogar a tus hermanos, para compartir el evangelio de Jesús suavizando las heridas y las penas.

 Gracias por haberme permitido acompañarte algunas veces en silencio absorbiendo tu sabiduría y tus anécdotas.

 Ya no tiene impedimento tu alma para divulgar, tienes ahora por delante los mundos y las estrellas.

 Divaldo despide con una lágrima y una sonrisa a su amigo.

 Doña Benita tu querida madre te besa diciéndote descansa hijo mío ya habrás de continuar tu siembra.

 ¡Que el Padre te colme de bendiciones y los espíritus guías y los hermanos que ayudaste en la desobsesión te acerquen su gratitud y su nobleza.

 Gracias por tu amistad, por respetar aun en el momento de tu muerte los detalles, teniendo un gesto de amor y de nobleza. No fue común tu despedida, sobre la caja mortal yace tu foto desde la cual nos sonreías.

 Atrás de tí la figura de Cosme, un ramo de rosas rojas unidas por un moño blanco y al costado un mural de tu juventud sonriente, y a la par la figura de tu madre amada acompañando tu partida.

 Cuidaste todos los detalles, evitaste un momento de dolor, nos entregaste un mensaje de alegría.

 Hasta que Dios nos premie con el reencuentro ¡Gracias querido hermano! Por tu larga trayectoria avalada por tu trabajo y por tu ejemplo.

HECTOR D. PORTA

9 de Noviembre del 2011