Querido amigo, tuvimos la enorme dicha de compartir contigo momentos de íntimos y profundos intercambios de ideas, experiencias…, privilegio respecto del cual siempre estaremos profundamente agradecidos a Dios porque nos permitió vivirlo.
Cientos de historias nos hiciste conocer, esas que no están escritas en ningún lugar y que enriquecen el alma. Muchas de ellas nos sensibilizaron tanto, que sin dudas nos permitieron ver la vida de manera diferente luego de conocer tu relato.
A pesar de que sabemos que cuando el discípulo está preparado el Maestro aparece, nos cuesta ver en vos a un discípulo… es porque siempre fuiste un maestro, si hasta fuiste capaz de diseñar tu propio sepelio, de manera que no parezca un sepelio.
Tus alas de libertad se fortalecieron y fueron desplegadas buscando los cielos de la ternura, que de tanto en tanto con sobrada justicia reclamabas. Si al fin y al cabo, aunque no lo admitieras, los espíritas argentinos, todos, somos tus deudores.
Posiblemente ya haya almas que te estén evocando para pedirte que las orientes, confiados en que una parte del cielo te fue reservada.
Aquí tu imagen nos acompaña, porque en el fondo te esperamos como cuando viajabas, sabés… y con tu recuerdo encerramos un ruego compartido por muchos: no te olvides de nosotros.
El 9 de noviembre de 2011 una parte del cielo estuvo de fiesta, recibiendo al amigo que regresa después de más de 80 años de tránsito terrenal y nosotros, los terrenales, a la distancia elevamos un brindis en tu honor y por tu libertad.
Hasta la vista querido Juan…