¡Dios existe!

Cuando creemos en que algo puede suceder o que algo puede existir, generamos en lo íntimo una alternativa y, como tal, la posibilidad de que algo suceda o exista.
Cuando sabemos, a diferencia de cuando creemos, tenemos certeza de que algo sucederá o que algo existe.

Con Dios podemos experimentar esta notoria diferencia de conceptos.
Por un lado están los que creen en Él y por otro lado están los que saben de Su existencia. También amerita decir, están los que dicen no creer o no saber.
A la pregunta 651 de El Libro de los Espíritus, desde el plano de las almas, se responde a Allan Kardec que no existe un pueblo enteramente de ateos, y que todos comprenden que por encima de ellos hay un Ser Supremo. Significativa respuesta que nos ratifica que, siendo Dios la inteligencia suprema, la causa primera, resultando por ende todo lo que existe como obra de Su creación, este mundo no está desamparado ni lo estuvo nunca, aunque por momentos pueda parecer lo contrario.

Las dificultades, sean enormes o pequeñas las que a cada uno toca atravesar, no escapan a Su conocimiento.
Claramente Dios no autoriza ni estimula a alguien en particular para  tiranizar a hermanos más débiles, ni a que abusen del poder, como así tampoco a que agiganten sus riquezas generando más pobres. Así, en modo alguno autoriza o estimula a alguien a la perversa dominación por el miedo, o a la esclavitud de la ignorancia, o a la destrucción de la vida en cualquiera de sus formas, no autoriza ni estimula, mas esto notoriamente sucede.

Ejerciendo la libertad de acción muchos seres con comportamientos poco humanos, eligen cargar sus mochilas de la vida con altas dosis de futuro sufrimiento, suponiendo que el engaño del que viven, se nutren y se mantienen, escapa a las leyes Divinas, olvidando que la conciencia, grabadora infalible de todos nuestros actos, aunque insensibilizada por el orgullo, un día deberá salir del letargo. Esto es igual para todos.
Dios nos da la posibilidad de discernir, así resulta fácil darnos cuenta entonces de torpezas difíciles de disimular, aunque se invierta mucho por mantenerlas para que sean parte de lo cotidiano.

Los días se suceden y desde diferentes sectores con intereses poco felices nos muestran renovadas espadas de Damocles amenazantes con un filo viral que puede dejarnos tiesos al que se contagia y a un entorno que, en función de las incontables vinculaciones que pudieran existir, resulta imposible de dimensionar.
Todo se hace girar en torno de una única enfermedad, como si ninguna otra existiera, y que además todo lo condiciona y contamina.

También todo parece indicar que quieren quitarnos la idea de Dios, haciéndonos creer que es impotente para resolver tanto dolor, sin tener en cuenta que, para quienes sabemos de Su existencia, esta puesta en escena con tan costosos montajes no hace otra cosa que fortalecer la certeza que nada escapa a Su mirada bondadosa y justa, y que ante cualquiera sea la dificultad que debamos atravesar, aunque injusta y mentirosa, nunca se cargará un fardo más pesado del que las propias fuerzas lo permitan, así como que tampoco, jamás, tendremos que responder por ningún acto del que no seamos responsables.

Momentos de dolor, momentos de incertidumbre, pero también de valiosas oportunidades para afirmar que Dios existe y testimoniar que somos Cristianos, bajo la firme convicción que yendo en búsqueda  de la verdad seremos seres cada vez más libres…

Raúl Kasiztky

Sociedad Espírita “Te perdono”

Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”