El hermano mayor

El día había comenzado con una paz diferente a la habitual, más profunda. Aquella escuela casi de campo, recién pintada, con las puertas bien abiertas que parecían sonreír, quedaba dispuesta para recibir y enseñar y, al mismo tiempo, despedir aquel año.

La señorita Nelly como siempre llegó primero. Por enésima vez subió sus anteojos, acomodó las carpetas, partió la tiza por la mitad y en un ángulo del pizarrón escribió: 23 de diciembre de 1978. Estaba tan absorbida por lo que iría a decir que no advirtió que los dieciocho bancos del aula estaban ocupados sin ningún ausente. Dieciocho guardapolvos blancos, aunque algunos amarillentos por el uso de hermanos mayores que pasaron antes, también mantenían inusual silencio.

Se oyó su habitual ‘Buen día, chicos’. Comenzó a caminar y sus manos delgadas y delicadas acariciaron todas las cabecitas, como queriendo impregnar en su vida esa imagen para siempre.

Parada al frente y de frente a todos esos corazones que se fundían con el de ella, les contó algo que su abuela le había contado:

—Hoy es 23 de diciembre y mañana por la noche celebraremos el Nacimiento y el cumpleaños de alguien a quien no podemos ver ni abrazar y que, sin embargo, sabemos que nos acompaña con un amor incomparable.

Desde el fondo, Santiago, sin vacilar, la interrumpió diciendo:

—Yo no puedo creer en lo que no veo, señorita.

La maestra sacó la enorme experiencia a pesar de su poca edad para contener dos lagrimones rebeldes que querían rodar de todos modos, dándose cuenta de los dolores que irían a acompañar a uno de sus pichones si no hacía algo contundente en aquel momento.

—Santiago, ¿puedes ver cuánto te EXTRAÑA tu mamá en este momento, a pesar de que te saludó hace un ratito? ¿Puedes ver las GANAS de tu papá esperando que salgas de la escuela para ir a jugar al fútbol? ¿Puedes ver la ANSIEDAD de tu abuela esperando que la comida de hoy te guste tanto como la de ayer?

La vida está repleta de cosas que solamente las VE, SIENTE y ABRAZA el corazón.

Mañana, 24 de diciembre de 2022, queremos que, al igual que la señorita Nelly y el pequeño Santiago, puedas VER, SENTIR y ABRAZAR a JESÚS, el más noble hermano que Dios te prestó para guiarte y crecer, curarte si estás herido del cuerpo o de soledad, o acompañarte en la felicidad si la vida te está sonriendo.

Es el profundo deseo de todos los corazones de esta formidable familia de la Socie Te Perdono, el CEI y Camino de Luz.