¿Cómo poner límites al miedo?

Esta sensación-emoción que nos permite estar alertas, despiertos, listos y dispuestos para defendernos o lanzarnos, tiene la particularidad de quedarse sensible una vez que fue activada. Por momentos puede parecer a la piel expuesta al sol sin cuidados suficientes, evidenciando para cualquier observador, aun sin demasiado oficio, el motivo del enrojecimiento.

El miedo puesto al rojo vivo, al igual que la piel, necesitará de tiempos y cuidados porque, de lo contrario, puede resultar ser cada vez más penosa la recuperación, significando inclusive alguna patología con implicancias no siempre predecibles.

Podemos comenzar a sentirlo en cuestiones de conciencia atormentada por algún recuerdo desafortunado, o hacerlo parte de nuestras vidas por nítida inducción de otras voluntades que, valiéndose de técnicas muy bien urdidas, sustentadas en diferentes tipos de amenazas, nos encierran sin margen para el discernimiento, inmovilizándonos psíquicamente, abriéndonos las puertas a diferentes delirios que encontrarán caldo de cultivo precisamente en el alimento que esas mismas voluntades pervertidas y sufrientes irán suministrándonos, de momento ostensiblemente, de momento veladamente.

Especialistas inhumanos, insensibles al dolor ajeno, tienen en sus manos y desde hace siglos, por cierto, la triste habilidad de engañar a la buena voluntad, con los recursos financieros para comprar la desesperación, que atormentada por diferentes urgencias, queda atrapada muchas veces en los conjuros de la corrupción. La técnica es generar desesperados que les cueste pensar, también inducir a la culpa y lastimar con el miedo dominador.

Todo esto, tan real y habitual como el aire que respiramos, puede y debe terminar, sin violencia, generando calma y ofreciendo análisis firmes, simples y profundos que permitan a nuestros humanos hermanos pensar en alternativas diferentes a las que les ofrecen, inescrupulosamente, los grandes intereses egoístas que llevan a la muerte como bandera y espada de Damocles.

Este pánico instalado y tan organizado no registra antecedentes de tamaña magnitud, presentar a la vida en un eterno presente de incertidumbre, donde lo único que puede sucedernos es la catástrofe, significa sumergirnos en la catástrofe sin que nos demos cuenta.

Cuando alguien te quiere de verdad, lo primero que te ofrece es una salida al dolor, una alternativa a la angustia… ¿O quién de vosotros es el hombre a quien, si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra?

El ambiente psíquico es devastador, se respira el temor en cada esquina y se advierte en cada mirada, y a los pobres, siempre a los pobres, les toca el mayor sufrimiento, ahora ni siquiera pueden disimular el hambre porque deben ponerse en evidencia en extensas colas esperando las sanadoras porciones de comida. Antes colas en hospitales para ser atendidos, ahora también para buscar alimentos de manos bondadosas que hacen muchas veces lo indecible para mitigar la humillación, aunque en lo íntimo no se pueda disimular.

¿Cómo poner límites al miedo?

Buscando la verdad, búsqueda que nos hará libres y nos permitirá pensar, y, si pensamos, podremos encontrar los recursos y las alternativas para vencer lo que hoy parece una interminable desesperanza.

Raúl Kasiztky

Sociedad Espírita “Te perdono”

Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”