Muchas cosas cambiaron de golpe, y no tan de golpe nos fuimos dando cuenta de sus efectos. Advertimos sí rápidamente la imposibilidad de llegar con el consuelo afectuoso y cercano a pesar de quererlo. Las invisibles barricadas se habían levantado.
También nos fuimos dando cuenta que teorizar sobre la resignación es
infinitamente más simple que su puesta en práctica. No obstante, dado lo
inevitable de un sinnúmero de hechos y circunstancias que nos envuelven y
arrastran, debemos reconocer que se presenta como la alternativa más inteligente,
saludable y resistente, porque en definitiva la resignación activa será la que nos
traerá respiro cuando haya que encontrar calma, nuevamente, ante imposiciones
que no siempre resultan convincentes.
Entendemos
que hoy más que nunca toca a las religiones fortalecer el alma, dando
respuestas nacidas en una Fe inquebrantable que pueda mirar de frente a la
razón y que valore los sentimientos, pensando y volviendo a pensar, si es
necesario, para no negar lo que se muestre evidente.
Así entonces, pidiendo auxilio a la fe razonada, podemos válidamente pensar que
nada sucede sin el Supremo permiso de Dios, y si en ese permiso aparecen miles
de desasosiegos, ansiedades y tribulaciones deberemos apoyarnos en la fe para
encontrar una explicación al castigo sin razón.
Hoy nos toca aceptar, entender el miedo y aprovechar esta bendita oportunidad de saber que no somos parte de oscuros intereses, aunque muy poco tengamos para hacer en la pretensión de detenerlos.
Son momentos extraordinarios para demostrar religiosa DIGNIDAD, para hacer hasta donde se pueda con hidalguía cristiana, reforzar más que nunca que lo bueno es bueno y que el mal, disimulado u ostensible, siempre hace mal, y que la libertad de conciencia y la tranquilidad que trae consigo, no se comparan con nada ni nunca podrán ser mercadería de cambio.
Los motivos centrales por los cuales hoy debemos respirar profundo, como queriendo disolver la angustia, no siempre los encontraremos en la existencia actual y como viajeros que somos de varias encarnaciones, en esa cuenta del destino creada por nosotros mismos, nuestro saldo aún no se encuentra en equilibrio, siendo posible entonces que todavía haya deudas que nos pertenecen.
Vencer las debilidades que nos atormentan, hará de cada uno de nosotros seres libres, humanos y soberanamente libres al fin, y como de libertad se trata, todo esfuerzo en tal sentido honrará nuestra existencia y fieles al Maestro buscando sin descanso la verdad, descubriremos en la búsqueda misma, casi sin darnos cuenta, que eso nos hizo libres. Soberanamente, libres al fin.
Raúl Kasiztky
Sociedad Espírita “Te perdono”
Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”