En la casa mental…

Hace un tiempo un amigo compartía esta reflexión con nosotros:

Cuando una casa está desordenada resulta imprescindible, si se pretende crecer, antes que nada y después de todo, ordenarla. Resulta difícil progresar en el caos. Puede resultar posible, pero es muy difícil…

“Queridos hijos, por caminos de gentiles no vayáis, antes id y predicad entre los hijos descarriados de Israel”. La casa de Israel, era necesario que fuera puesta en orden. El caos y el desorden no permitirían la divulgación de la nueva noticia que Dios traía al planeta, haciendo nacer a su enviado en el seno mismo de la casa de Israel.

¿Por qué estaba desordenada? Por un lado, las contiendas internas, pasiones, tribus, grupos, pequeñas guerrillas, algunas escudadas en religiones, otras en pasiones tentadas por la venganza. El caos reinaba en la casa de Israel.

Por si algo faltaba a este caos, tiranos domésticos se instalaron en sus tierras.  Y luego, además, les cobraban los impuestos. ¿Cómo no se iban a enojar? Esos romanos que invadieron, que mataron, que ultrajaron, no llegaron por invitación de los dueños de casa, empujaron la puerta y entraron, se instalaron, tomaron sus riquezas, sus bienes, sus mujeres, las niñas. 

Ahí, en ese caos, Dios hizo que naciera el ser más perfecto que la humanidad pudiera conocer, y ese ser tan perfecto les dijo a todos aquellos que querían escucharlo: “Por caminos de gentiles no vayáis, antes id y predicad entre los hijos descarriados de Israel”. Esos hijos que vieron usurpada su casa, montaron en cólera, no entendían por qué había que ponerlos en orden para crecer.

¿Y cuál fue el elemento elegido por el Enviado para poner orden? Amor, les habló de amor…

Como sucede habitualmente, también en aquellos tiempos y hoy en día, cuando la palabra que se trata de difundir no tiene una connotación material o materialista, parece sonsera de niño.

También en aquel momento les pareció a los conquistados y a los conquistadores.  Conquistados que tenían su dios, conquistadores que vivían en un mundo de paganos. Ambos en pugna. A ninguno le interesó el amor, o a su gran mayoría.  Entonces, siendo así, era muy difícil poner la casa en orden.

Queridos amigos, hoy en día, ¿no resulta el mismo principio?  Para que una casa esté en orden, ¿no es necesario el amor?

Para que nuestra casa mental esté en orden, ¿no es necesario el amor?

Amor a Dios. Amor a uno mismo. Amor al prójimo.

Raúl Kasiztky

Sociedad Espírita “Te perdono”

Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”