Que la confusión no nos confunda

        En todas las crisis junto a la inevitable incertidumbre, también inevitablemente aparecen los pescadores de ríos revueltos, indolentes que arrastrarán sus redes recogiendo todo a su paso, insensibles al dolor ajeno, absortos en el egoísmo que solamente les permite pensar en ellos, antes que nada y después de todo.

        Parece tarea difícil poder estar a salvo de tamaña ingratitud, y de verdad que puede resultar difícil en ocasiones porque son enemigos de sórdida apariencia que atacan por la espalda.

        Especuladores inescrupulosos que se esconden en el anonimato para ocultar el daño que generan, olvidando que hay ojos que todo lo ven y que los efectos devastadores que forjan, más tarde o más temprano, llamarán a sus puertas para responder por las causas que les han dado origen.

        Todo esto es, indudablemente, parte de la realidad, sin embargo el pensamiento, como atributo esencial del alma, nos pertenece y son tiempos propicios para enaltecerlo, abrazar fuerte los ideales que nos mantienen libres, convencidos que seremos de acuerdo a cómo estemos pensando.

        Si el egoísmo es la fuente de todos los vicios, también es cierto que la caridad lo es de todas las virtudes.

        En tiempos como el actual, encontrándonos imposibilitados de estar con todos los que quisiéramos, podemos profundizar el reencuentro con nosotros mismos, renovar proyectos,  corregir errores, reverdecer las esperanzas.

        Pensamientos elevados, sentimientos nobles y adaptación diaria serán capaces de reconducirnos al conocimiento de nosotros mismos, como el medio práctico más eficaz para sobrellevar estas dificultades y resistir a la tentación del mal en cualquiera de sus formas.

        No habrá confusión que nos confunda, si sabemos a dónde queremos llegar.

Raúl Kasiztky

Sociedad Espírita “Te perdono”

Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”