La experiencia del dolor ajeno ante la pandemia desatada, nos demuestra con números y resultados que la regla número uno es el aislamiento, luego se agregan otras no menos valiosas y que deben ser tan consideradas como la primera.
La naturaleza íntima impulsa a los que no pueden razonar como podemos nosotros, a hacer lo mismo. Así, los animales ante la enfermedad o el debilitamiento de sus fuerzas instintivamente se aíslan, aguardando que la dificultad pase.
Posiblemente y una vez más, una de las grandes tareas que debamos asumir es ayudar a que la soledad, patología silenciosa como el virus, no agudice la desazón.
Tecnología, libros, meditación, oración y paciencia confiante, harán la diferencia delante de la misma situación obligados a trasponer.
La responsabilidad llama a la puerta de todos y todos debemos oírla. Ricos y pobres quedamos envueltos por una red invisible que se llama solidaridad, que tiene su sede en la conciencia profunda de aquellos que razonamos y muda y taciturna nos va marcando el camino que debemos seguir.
Es obligación responsable y natural aislarnos, y también nos obliga la sana conciencia a encontrar los caminos que dobleguen la soledad perturbadora que baja la estima, que estimula el desánimo y lo que es peor, alimenta los virus.
Roguemos con fuerza y humildad al ingenio, que deberá ser más humano que nunca, que nos permita encontrar los recursos para que nadie se sienta solo, a pesar del aislamiento necesario.
Transitemos convencidos esta dificultad, que una vez más el Amor habrá de vencer al miedo, el compromiso a la irresponsabilidad y la paciencia a la intranquilidad, haciendo más vigente aún el conocido legado, “FUERA DE LA CARIDAD, NO HAY SALVACIÓN”…
Aislados SÍ, solos NO.
Raúl Kasiztky
Sociedad Espírita “Te perdono”
Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”