112 años después…

Un 6 de junio, pero de hace 112 años, Dios depositaba en brazos, mentes y corazones la sublime responsabilidad de representarlo en un punto del planeta en donde la necesidad urgiría sobre el deseo, aunque el entorno geográfico parecía indicar lo contrario, porque se trataba de la capital del estado provincial más rico de la Argentina, porque era ciudad de facultades, ciudad de intelectuales, finos y lúcidos pensadores no siempre conocidos. Porque era el centro administrativo, político y judicial en donde se tomaban las grandes decisiones, donde, además, las cuestiones de salud más delicadas podían ser atendidas.

Sería que Dios estaba dando a entender que al que más tiene, más se le dará… Más responsabilidad se le dará…

Decíamos que la necesidad taparía el deseo. Necesidad de buscar a Dios, y como sucede muchas veces, esta búsqueda nace en la necesidad o el dolor, porque la razón, la comodidad, la rebeldía o el sentimiento se encargaron de negarlo.

La tarea ofrecida por el Altísimo no sería cómoda para los entonces elegidos, pseudos religiosos ligados al poder de turno que se unían a su vez en grupos con especiales privilegios económicos, hacían difícil la tarea de divulgar los principios Espíritas Cristianos, que pretendían igualdad, equivalencia en las oportunidades, ofrecer sin que la mano derecha supiera lo que hacía la mano izquierda.

Deberían enseñar que era necesario enseñar, aunque no fuere en plena luz para ser vistos.

Así rodeada de prosperidades ajenas, en el centro mismo de una de las ciudades más linda del mundo, nacería la Sociedad Espírita “Te Perdono”, haciendo honor y gala a ese libro delicado y susceptible legado a la humanidad por Amalia Domingo Soler que de necesidades y sufrimientos conocía de la A, a la Z.

Aquellos responsables dispuestos a predicar con el ejemplo, estoicos y decididos soltaron amarras, sin muchos recursos, pero convencidos que Dios siempre proveería lo que fuera necesario.

La luz Divina tenía un nuevo y humilde foco de luz. Una nueva casa Espírita encendía su propia antorcha, y, desde alguna estrella luminosa, el distinguido Allan Kardec, tutelaría los pasos a seguir.

112 años después la responsabilidad de todos los elegidos, aunque en evidente mayor número de responsables, sigue siendo exactamente la misma. Nadie podrá dormirse en la comodidad si hay humanos hermanos que caen abatidos por la indiferencia. No se podrá sentir verdadero sosiego si los analfabetos silenciosos y humillados por el poder, se hacen entender como pueden, pidiendo a gritos ser atendidos, demostrando su humana naturaleza, una naturaleza, tan humana, como la de aquellos que tuvimos más oportunidades. 

112 años después las almas sufrientes de los que se nos anticiparon en la partida continúan necesitando un lugar en donde recibir palabras de consuelo y orientación, buscando, muchas veces sin saberlo, una guía segura para avanzar en un mundo que creen desconocido. Dónde si no en una casa Espírita encontrarán esa tabla de salvación que les permitirá emerger de la tempestad espiritual…

112 años después la apatía de los que tienen más, sigue abriendo llagas con el desempleo devastador, indolentes confundidos por el materialismo, quedan convencidos que el sufrimiento jamás llamará a sus puertas, sin darse el permiso de sentir, que una sonrisa que agradece será una gota de luz indeleble e imborrable para el corazón que la originó.

112 años después, subsiste la necesidad individual de vencer el individualismo, frenar el demoledor impulso de pensar en nosotros mismos, ir en búsqueda del infortunio, ofrecer alimento que sana y conocimiento que libera. Entregar papel y lápiz, corazón y tiempo, oración y consuelo, para que al final de la jornada podamos decir: hicimos todo lo posible a nuestro alcance, tenemos la conciencia en paz…

Raúl Kasiztky

Sociedad Espírita “Te perdono”

Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”