La vida nos va enseñando que todo puede pasar en la vida.
A veces abruptamente, en oportunidades de manera casi imperceptible. Nunca deja de ser la gran maestra, y es tan buena que si no aprendés la lección… te la repite.
Desde la cuna y hasta el retorno, a veces nos propone y a veces nos obliga.
Paralelamente también va dando pautas
diferentes para que, en caso de ser necesario, aprendamos a salir de la
desilusión y recuperarnos aunque transitemos tambaleantes.
Dios en un gesto de sabiduría y bondad sin límites nos otorga el privilegio de
nacer, vivir y crecer en un planeta reformador, dando herramientas para que el
desarrollo intelectual pueda ponerse de manifiesto como mejor se lo considere.
Aun cuando el ingenio para dañar no conoce límites, esa misma inteligencia si modificara el rumbo sería capaz de transformar un páramo en un vergel de un momento para otro.
¿Qué necesita entender la inteligencia para aceptar que cuantos más felices genere, inevitablemente retornarán a la fuente emisora, invisibles y reales flujos de agradecimientos que harán un mundo proporcionalmente menos violento y más seguro?
Somos lo que hacemos, toda vez que hacemos lo que somos.
Independientemente de lo anestesiados que puedan estar los sentimientos, adormecidos por calculadas maniobras intelectuales con potentes recursos para distraer, es lo cierto que volviendo siempre todo lo que damos, responder por el mal que se hace no será una opción, aunque ingenuamente alguien pueda suponer que podría engañar a la Providencia.
La ley de causas y efectos que a todos nos envuelve nos da la bendita posibilidad de ser y vivir mejor. Nos demuestra incansable que cuantos más seamos los felices y dichosos, más felices y dichosos coexistiremos.
Nunca ha sido tarea sencilla para el hombre o la mujer demostrar un engaño, aunque se lo esté sufriendo y sintiendo en la mismísima piel. Sin embargo, reconocernos a distancia del ardid aflora como una muy saludable alternativa.
Ante un avance materialista tan despiadado y de tanta proporción, proponer una alternativa religiosa para una gran mayoría puede parecer casi una ingenuidad, empero, es el idealismo el calmante que nos permitirá erguir la frente y demostrarnos que vivir con dignidad e hidalguía hará de nuestros días tiempos de gloria, primaveras de encanto vividas con sencillez religiosa, resplandecientes lámparas que ningún almud podrá sofocar.
La vida nos va enseñando que todo puede pasar en la vida, es por esta razón que prepararnos religiosamente, más aún en estos tiempos, aparece como la alternativa profunda e inteligente, opción Divina para vencer la indiferencia, una elección superadora capaz de derrotar la apatía y aniquilar la indolencia.
Raúl Kasiztky
Sociedad Espírita “Te perdono”
Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”