Nos preguntamos, ¿por qué razón si el hombre y la mujer se encuentran bien de ánimo, predispuestos, tranquilos, serenos, felices, con suma facilidad pueden retrotraerse a un recuerdo pesado y triste que llega a opacar la felicidad presente…?
Sin embargo, si el presente indica infelicidad, tristeza, o angustia, el hombre y la mujer no recurren con la misma facilidad a un recuerdo alegre, feliz, elevado, que neutralice ese presente de dolor.
¿Por qué será que en un caso sí se vuelve y en el otro es mucho más difícil poder hacerlo?
Bien sabemos que al respecto existen muchas definiciones, en las que no nos vamos a detener ahora, y que también hay autores que se han ocupado responsablemente del tema.
Diremos, simplemente, que buscar buenos y nobles recuerdos referidos a sinceros afectos, trabajos exitosos, responsabilidades asumidas y cumplidas, generará siempre un antídoto, un correctivo y hasta un verdadero ‘medicamento’ contra cualquier pesar. Así entonces, por difícil que sea lo que nos pueda estar sucediendo, si nos encontramos inmersos en un pensamiento apesadumbrado, triste, angustiante, inclusive en simbiosis con seres con dolor o seres en el dolor, como una terapia de resultados inmediatos, podríamos buscar con todo el esfuerzo que nos sea posible, un buen recuerdo, el que sea, como decíamos, un logro exitoso, el nacimiento de un ser querido, la sonrisa que alguien nos regaló en un momento difícil, la ayuda que pudimos dar a alguna persona ante una situación penosa, el tomar una decisión correcta oportunamente, haber sabido compartir la alegría por una conquista ajena…
Ese hábito de ir a esos recuerdos valiosos, alegres, venturosos, nos permitirá sobrellevar un presente que, aunque vinculado a algo que lastima, podrá empezar a lastimar menos, toda vez que a nivel neuronal se irán a producir una serie de mensajes electromagnéticos que sustituirán a los anteriores mensajes electromagnéticos con carga negativa, simbólicamente hablando.
Con el paso del tiempo y habiendo incorporado la grata costumbre de ir a un recuerdo positivo ante cada circunstancia negativa, ese automatismo representará casi inadvertidamente una herramienta sumamente valiosa, absolutamente terapéutica y, por sobre todo, al alcance de quien lo necesite, y que irá haciendo, a su vez, que el alma poco a poco vaya sufriendo menos.
El notable codificador de la Doctrina Espírita, Allan Kardec, nos destaca que el poder de la oración radica en el pensamiento, de manera que, siendo el recuerdo un pensamiento al que podemos acudir, podremos hacer que éste represente una verdadera plegaria que vendrá en nuestro auxilio de inmediato, permaneciendo con nosotros y sin que sea necesario nada más que un acto de nuestra voluntad.
Hechos venturosos que nos pertenecen, recuerdos que riegan de júbilo nuestras vidas con solo evocarlos… Hoy, además, si nos damos el permiso, habremos de transformarlos en valiosa herramienta de bálsamo y consuelo, y por qué no, a lo mejor, también de sublime sanación.
Raúl Kasiztky
Sociedad Espírita “Te perdono”
Centro Educativo Integral “Camino a la Casita”